En los últimos años, la ciencia ha confirmado lo que muchas culturas antiguas ya sabían: el sonido tiene un poder terapéutico profundo. La terapia de sonido, especialmente a través de frecuencias específicas, se ha demostrado eficaz para reducir el estrés, aliviar el dolor e incluso mejorar la salud mental. Estudios realizados en la Universidad de California y en la Escuela Médica de Harvard muestran que las sesiones de sonido pueden disminuir la ansiedad, reducir la presión arterial y fomentar un estado de calma profundo. Cuando las ondas sonoras penetran el cuerpo, impactan directamente el sistema nervioso, promoviendo el equilibrio y la restauración desde un nivel celular.

Este enfoque holístico está siendo adoptado en entornos médicos para apoyar la recuperación de procedimientos cardíacos, reducir el estrés en pacientes con Alzheimer y mejorar el bienestar general. Ya sea a través de vibraciones de cuencos tibetanos o de frecuencias binaurales, el sonido activa mecanismos de autorregulación en el cuerpo, ayudando a restablecer la armonía física y mental.